jueves, 14 de abril de 2016

Cine

El cinematógrafo llegó a México desde Francia en 1836, ocho meses después del inicio de las proyecciones del CINEMATOGRAPHE LUMIÈRE en París.
El invento de los Lumière sería masivamente apreciado por la familia de Porfirio Diaz donde se dio la primera exhibición , al proyectarse a un grupo de espectadores inicialmente. En vista del gran éxito  obtenido en las ciudades, aparecieron grupos de exhibidores cinematográficos trashumantes que no sólo proyectan cintas sino que además las filmaban en provincia, mostrando a sus habitantes tomas de sus lugares y a las personas en actividades que les eran cotidianas. Para fine del siglo XIX aparecieron promotores y cineastas nacionales como Salvador Toscano, Enrique Rosas,entre muchos otros.
Este nuevo medio de difusión y entretenimiento fue utilizado para captar y expresar los eventos en torno a sucesos, Toscano, afirmó que el cine podía ser un gran negocio.
A partir de la llegada de los Lumiere el cine nacional se orientó a retratar lo cotidiano de las costumbres locales, intentando capturar lo habitual, al mismo tiempo que se buscaba destacar lo excepcional, en relación con los seres humanos. Desde esas épocas los políticos comenzaron a utilizar el lenguaje cinematográfico para presentarse ante su público.
De 1918 a 1923 se le llamo etapa del cine mudo en México, y se le llamo así porque ninguna de las películas tenían sonido. En forma de documental destaca el automóvil gris de Enrique Rosas en 1919. Santa se filmo en 1931 y fue la primer película con sonido filmada en México.
Sobre el cine de ficción los temas iniciales versarán sobre los clásicos de la dramaturgia popular de  temporada, como Don Juan  Tenorio filmada por Salvador Toscano; Los clásicos cuadros históricos de temas nacionales como Cuauhtémoc y Benito Juárez demuestran la gran influencia de los fastuosos acontecimientos que enmarcaron las fiestas del Centenario de la Independencia.

Los lugares de exhibición de las películas que se convertían en cines establecidos, se fueron consolidando hasta alcanzar más de media centena en la Ciudad de México para 1910 lo que se incrementaría  debido a los efectos colaterales de la etapa armada, ya que al ingresar a la ciudad los contingentes armados, sus acompañantes y aquellos que huyen de las zonas de los combates, se incrementó el número de personas que demandaban formas de esparcimiento y diversión.

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